El vínculo o apego son todas
aquellas relaciones que se establecen entre las personas. El vínculo madre-hijo
es un vínculo especial que se inicia desde el útero, donde el bebé está rodeado
por ella, por sus sensaciones y los
ruidos que hay en su interior.
El bebé empieza a reconocerse con su madre y
fortalecerá esa relación luego del nacimiento. Tanto el bebé como la madre
buscarán siempre aproximarse a través de sus comportamientos (conducta
afectiva), el bebé lo hará a través del llanto, la succión, el aferrarse o el
sonreír (conducta de apego), y la madre con la conducta de mantener a su hijo
cerca a ella (conducta de atención).
El vínculo afectivo prenatal no
es exclusivamente de la madre, es el producto de una serie de comportamientos
de acercamiento de la madre, del padre, de la familia y del niño por nacer, muy
importantes para garantizar la salud mental del niño.
Se ha demostrado que actitudes de
rechazo de la madre frente a su embarazo, situaciones persistentes de estrés, o
diferentes tensiones, pueden repercutir en la personalidad del niño, en su
estructura psicológica, haciéndolos más proclives a la hiperactividad,
inseguridad emocional, actitud defensiva ante su medio, etc. En el libro “La
vida secreta del niño antes de nacer” de Tomas Verny, narran el caso de una
niña que no quería lactar el pecho de su madre pero si lo hacía de otras
mujeres, cuando se investigó el pasado de su madre, ella no había deseado su
embarazo y había pensado en abortar.
VIAS DE COMUNICACIÓN MADRE-BEBÉ
El vínculo prenatal se desarrolla
a través de tres vías o canales de comunicación:
Vía Fisiológica o Comunicación Biológica:
Es el nexo biológico
inevitable ya que la vida del bebé depende de su madre, quien le pasa a través
del cordón umbilical, los nutrientes para su crecimiento y desarrollo. Pero
además de nutrientes, el bebé recibe las moléculas maternas de las emociones,
como las hormonas y neurotransmisores liberados con las emociones fuertes o el
estrés (por ejemplo: adrenalina) que modificarán el comportamiento del bebé,
quien responde con gestos y movimientos bruscos de incomodidad o aumento de su
frecuencia cardiaca. Por el contrario las situaciones agradables liberarán
sustancias (por ejemplo: endorfinas) que le producirán agrado, relajación y
bienestar.
La madre transmite sus emociones
positivas o negativas al bebé, pero es el padre y la familia quienes pueden
generar emociones positivas en la madre en beneficio del desarrollo emocional y
de la personalidad del bebé. Las emociones de mayor influencia son las que
genera la pareja, por lo que no hay nada que afecte más a la mamá y el bebé que
los conflictos de pareja.
“Papá genera emociones y mamá las
transmite”
Vía Sensorial o Comunicación Conductista :
Se da a través de la
conducta y comportamiento de la madre hacia su bebé, como las caricias, el
canto, el habla, así como la aplicación de técnicas de estimulación, etc.
El
bebé aprende a reconocer el estado de ánimo y las actividades de la mamá por el
tono de su voz, su frecuencia cardiaca, la rapidez de sus movimientos, etc. Y
responderá a ellos con la quietud, la calma o por el contrario con movimientos,
según sea la situación.
Reconoce también la posición de
la mamá y su estado de vigilia, el bebé se adapta a los movimientos de la
madre, si ella se mueve él responde encorvándose y acurrucándose para evitar
lastimarse. Cuando ella reposa él aprovecha en moverse pues no tendrá presiones
exteriores, esto se da generalmente se da entre las 8 y 12 de la noche, momento
que puede aprovecharse para aplicar las técnicas de estimulación. Asimismo el
bebé expresará su estado de ánimo moviendo sus brazos o piernas, sonriendo,
etc., es decir tendrá una comunicación no verbal con su madre.
“Tu bebé está pendiente de ti, como tú de él”
Vía Intuitiva o Comunicación Simpática:
Aunque es difícil de
comprobar, existe una dimensión simpática donde las emociones de la madre son
transmitidas al bebé no sólo por las sustancias químicas que se producen, sino
por el intercambio de información a través de la intuición, transmitiéndose
pensamientos, teniendo sueños, etc., lo cual sucede entre personas con fuertes
vínculos emocionales.
Se ha observado que los niños de madres felices y
satisfechas son más extrovertidos e inteligentes y por el contrario los niños
de madres con actitudes de indiferencia a su embarazo son proclives a
trastornos de conducta.
“El amor es difícil de explicar
pero fácil de expresar”
Estas tres vías están integradas,
es imposible desligar la comunicación biológica de las otras vías, ya que la
conducta y los sentimientos generan cambios biológicos en la madre y el bebé. Por lo que se debe
procurar que el embarazo sea una etapa de armonía, un verdadero gozo de formar
a nuestro hijo tal como lo soñamos, un niño saludable, hábil, creativo,
cariñoso, sociable, etc…un niño feliz.
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